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sábado, 28 de junio de 2014

Filosofía Oriental sobre el Más Allá - Colton Burpo, el Dr. Eben Alexander y Akiane Kramarik -

    Para los yoguis (y yoguinas) y filosofías orientales en general, el Más Allá, es decir, la Vida tras la muerte, responde a un esquema muy diferente del occidental.
    Para Oriente, existen muchos Paraísos e infiernos, y cada uno de ellos depende de los contenidos interiores de quien los goza o sufre. Son los llamados Planos Espirituales, el Devacán.
 
    Esta idea surge de la aceptación de que el Universo es un Ente inmerso en la Mente Divina, y de que tiene naturaleza plástica, es decir, que responde a la voluntad y los pensamientos y emociones. Y que la Materia de la que están constituidos estos universos vibra en diferentes niveles de sutilidad, constituyendo diferentes niveles o planos de manifestación y que cada nivel superior es mejor, más puro, brillante, libre y sutil que el anterior, y que estos diferentes niveles están organizados en 'mundos', que se corresponden con las funciones de que es capaz un ser consciente, a saber: Mundo Material ( a su vez dividido en físico y etérico), Mundo Emocional (inferior, o Purgatorio, medio, o Limbo y superior o Primer Cielo), Mundo Mental (Concreto, o Segundo Cielo, y Abstracto o Tercer Cielo, ese en el que San Pablo dijo haber experimentado cosas inefables) y varios Mundos espirituales. Todos ellos juntos constituyen los Siete Cielos, y también existe algún que otro infierno.
    Como está escrito en el Evangelio (un texto oriental, hasta que un Emperador se adueñó de él): ''En la Casa de Mi Padre hay muchas moradas'', dijo el Maestro Jesús.

    Cuando alguien muere, según estas filosofías, va a parar a un medio ambiente que armoniza con sus ideas y sus pensamientos más profundos. Un psicólogo diría 'con los contenidos de su conciencia'.
    El sentido común nos dice que un nativo del Amazonas no se sentirá en absoluto a gusto en el mismo 'cielo' que haría las delicias de un metodista cristiano. Por ello, el medio plástico o Substancia Universal no forma el mismo cielo para todos, dice el orientalismo, sino que se conforma a sus deseos.

    No deseo hacer un análisis exhaustivo del proceso de morir (y reencarnar), que no serviría de nada a quien no esté medianamente informado sobre estas filosofías. Baste decir que el llamado 'cielo' sólo es el segundo peldaño en el proceso (el primero es el 'purgatorio', o lugar donde uno se purifica antes de subir al 'cielo', llamado también 'la zona de vacaciones del alma'). Quien desee informarse sobre el tema haría bien en leer al Yogui Ramacharaka (William Walker Atkinson), por ejemplo 'La Vida después de la Muerte', o los libros de cristianismo rosacruz.

 (William W. Atkinson)

  (Paramahansa Yogananda)


    Y una advertencia que hacen los viajeros y viajeras astrales que entran en el Mundo del Deseo, o Mundo Astral: 'Aunque las formas que toman las fuerzas dependen de los pensamientos de cada cual y se transforman constantemente (son subjetivas), la fuerza que las anima es totalmente real y debe ser tomada en serio'. Es decir, si en nuestro infierno hay un 'dragón', esa forma es relativa y depende de nuestros temores, pero aunque la forma es relativa, la fuerza que ha tomado esa forma subjetiva puede ser igualmente destructiva (la vida que anima esta forma es real y muy concreta). De la misma manera, si un niño de cuatro años dice haber estado sentado junto al 'espíritu santo', y que era una especie de presencia transparente y azul, aunque esa forma se adapta a la mentalidad de un niño, su realidad, santidad y el poder que anime esta forma será igualmente real (me refiero, como no, al caso de Colton Burpo).

  (la familia de Colton Burpo)


    Hay dos casos que han salido a la luz, de los muchos que existen sobre eso: el caso de Colton Burpo, que a los cuatro años entró en coma y 'viajó' a un lugar que describe como 'el cielo'.
    A los cuatro días de habérsele reventado el apéndice fue intervenido a vida o muerte, con pocas posibilidades de sobrevivir. Su padre era predicador metodista y escribió un relato de cómo vivieron esta traumática experiencia, con su niño a punto de morir y luego poniendo en crisis la versión religiosa de su comunidad (el padre es un predicador metodista y a raíz de esta experiencia y las dudas que le despertó estuvo a punto de ser despedido de la comunidad donde ejercía). Se ha estrenado hace poco una película llamada 'El Cielo es real' - mismo título del libro - donde se narra esta historia. (http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130128/54362456026/la-contra-colton-burpo.html   y   http://es.wikipedia.org/wiki/El_cielo_es_real_(libro) ).
    Otro caso es el de un neurocirujano, Eben Alexander,  con buena reputación que contrajo una meningitis casi mortal que dejó su electroencefalograma a cero, y, sin embargo, revivió y trajo un relato más maduro pero similar al del niño Colton. Por supuesto, también hay un libro, llamado 'La prueba del cielo'. ( http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_495309/8155-el-medico-que-vio-la-luz-se-confiesa-en-newsweek-el-cielo-existe#.Ttt1leBCcmfyBw4 - este periódico no es mi preferido, pero el artículo de Newsweek está en inglés, y las traducciones automáticas suelen ser nefastas, así que opto por este resumen). En una página llamada Wiccareencarnada hay una copia del relato del doctor:
  (el doctor neurocirujano Eben Alexander)

    Relato del Dr. Eben:

    “Muy temprano en la mañana, hace cuatro años, desperté con un intenso dolor de cabeza. En cuestión de horas, mi corteza (toda la parte del cerebro que controla el pensamiento y la emoción, y que en esencia nos hace humanos) se había apagado. Los médicos del Hospital General de Lynchburg en Virginia, un hospital donde trabajé como neurocirujano, determinaron que había contraído alguna rara bacteria meningitis que ataca sobre todo los recién nacidos. La bacteria E. coli había penetrado en mi líquido cefalorraquídeo y estaba comiendo mi cerebro”... “En el comienzo de mi aventura, yo estaba en un lugar de nubes. Estas nubes eran grandes, esponjosas, de color rosa y blanco, mientras que el cielo era de  un azul-negro profundo.
Más alto que las nubes, inconmensurablemente más alto, unos seres transparentes y brillantes se estaban en el cielo, dejando estelas detrás de ellos.
¿Aves? ¿Ángeles? Estas palabras las registré luego, cuando yo estaba escribiendo mis recuerdos, pero ninguna de estas palabras hace justicia, a los seres en sí mismos, que eran sencillamente diferentes a todo lo que he conocido en este planeta. Ellos eran más avanzados, formas superiores.
Un sonido, enorme y envolvente como un canto glorioso descendió de las alturas, y me pregunté si los seres alados lo estaban produciendo. (…) El sonido era palpable y casi material, como una lluvia que se puede sentir en la piel pero no mojarla.
Ver y escuchar no estaban separados en el lugar donde estaba. Podía escuchar la belleza visual de los cuerpos plateados de esos seres brillantes y pude ver la perfección de lo que ellos cantaban. Parecía que no se podía ver o escuchar en este mundo sin ser parte de él, sin unirse con él de alguna manera misteriosa. (…) todo era distinto, sin embargo, todo era también parte de algo más, como los diseños ricos y entremezclados en una alfombra persa o el ala de una mariposa.
Pero todavía, todo se volvió más extraño. Durante gran parte de mi viaje, me acompañó alguien más. Una mujer. Ella era joven, y recuerdo que ella lucía en detalle. Ella tenía pómulos altos y ojos de color profundamente azules. Trenzas doradas enmarcaban su hermoso rostro. Cuando la vi por primera vez, estábamos juntos cabalgando sobre una superficie, que después me di cuenta de que era como el ala de una mariposa. De hecho, millones de mariposas estaban alrededor de nosotros, enormes (…) Era un río de vida y color, se mueve a través del aire. El traje de la mujer era simple, como la de un campesino, pero sus colores, en polvo azul, índigo y pastel de naranja-melocotón, tenían la misma abrumadora y vitalidad que todo lo que ella tenía. Ella me miró con una mirada que, si lo ve durante cinco segundos, haría que toda su vida entera valiera la pena solo en ese punto. No era una mirada romántica. No era un gesto de amistad. Era una mirada que de alguna manera va más allá de todo esto, más allá de todas las diferentes formas de amor que nosotros conocemos aquí en la Tierra. Era algo más elevado, que tenía todas las otras formas de amor y al mismo tiempo era mucho más grande que todas ellas.
Sin pronunciar una sola palabra, ella me habló. El mensaje me atravesó como un viento, y al instante comprendí que era cierto, que el mundo que nos rodea no es real, es una fantasía pasajera e insustancial.
El mensaje que me dio la mujer tenía tres partes, y si yo tuviera que traducirlos al lenguaje terrenal, yo diría que fue algo así:
Ustedes son amados y apreciados, queridos, siempre.
No tienes nada que temer.
No hay nada que puedas hacer mal.
El mensaje me inundó con una vasta y loca sensación de alivio. Era como estar entregados a las reglas de un juego que había estado jugando toda mi vida sin comprenderla plenamente.
“Te vamos a mostrar muchas cosas aquí”, dijo la mujer, una vez más, sin llegar a utilizar estas palabras sino dándome la esencia del concepto directamente a mí. “Pero eventualmente, tú regresarás”.
Para esto solo tenía una pregunta.
¿Volver a dónde?
Un viento cálido soplaba, como el que surgen en los días más perfectos de verano, arrojando las hojas de los árboles y el pasado fluyendo como agua celestial. Una brisa divina. Cambió todo. Cambiando el mundo a mi alrededor en una octava más alta, incluso, una vibración más alta.
A pesar de que todavía tenía la función del lenguaje, al menos en lo que pensamos de él en la Tierra, sin decir palabras, comencé a formular preguntas a este viento, y al ser divino que trabajaba detrás de él o dentro de él.
¿Dónde está este lugar?
¿Quién soy yo?
¿Por qué estoy aquí?
Cada vez que silenciosamente dije una de estas preguntas, la respuestas llegaron inmediatamente, como una explosión de luz, color, amor y belleza que soplaba a través de mí como una ola rompiendo. Lo más importante de estas explosiones es que no calló a mis preguntas por ser abrumadoras. Me respondió pero pasando el lenguaje por alto. Los pensamientos me entraron directamente. Pero no fue pensado como experimentamos en la Tierra. No era vago, inmaterial o abstracto. Estos pensamientos eran sólidos e inmediatos (más caliente que el fuego y más húmedo que el agua) y como yo lo recibí era capaz de comprender al instante y sin esfuerzo conceptos que me habría llevado años comprender plenamente en la vida terrenal.
Seguí avanzando y me encontré ingresando en un inmenso vacío, completamente oscuro, infinito en tamaño, pero también infinitamente reconfortante. Era negro pero también rebosante de luz: una luz que parecía venir de un orbe brillante que ahora sentía más cerca de mí. El orbe era una especie de “intérprete” entre yo y esta presencia enorme que me rodea. Era como si estuviera naciendo en un mundo más grande, y el propio universo, era como un útero cósmico gigante y el orbe (que sentí estaba conectado de alguna manera con, o incluso idéntico a la mujer sobe el ala de la mariposa) fue guiándome a través de él.
Más tarde, cuando volví, me encontré con una cita del Siglo XVII, del poeta cristiano Henry Vaughan, que estuvo muy cerca de describir este lugar mágico, esta tinta negra que era el hogar de la misma Divinidad.
“Hay, dicen algunos, en Dios, una oscuridad profunda pero deslumbrante”.
Eso era exactamente: una negra oscuridad que también estaba llena hasta el borde con la luz”.

    Un caso relacionado es el de una niña que a los cinco años dibujaba como una niña, pero a los ocho pintaba cuadros impresionantes, como el famoso ya 'retrato de Jesús', titulado Prince of Peace, de Akiane Kramarik, la niña, hoy una joven pintora: http://www.akiane.com/store/, que al parecer también visitó un 'cielo' cuando era niña.
  (Akiane Kramarik junto a una de sus obras)

  (el magnífico cuadro que pintó a sus ocho años, llamado 'Príncipe de la Paz')


    Bien, cada quien piense lo que quiera. Pero no está de más infomarse antes de opinar o pontificar.

    Aunque en Occidente nos suene esto muy raro, en realidad en Oriente ha sido siempre algo cotidiano, donde muchos niños recuerdan quien fueron en otras vidas y hay casos muy bien documentados al respecto para quien se tome la molestia de investigar un poco.

    Yo leía estas cosas cuando tenía quince años, y el Pensamiento Único no había tomado el mando del Mundo.

    Bueno, cada quien se forme su opinión. Y hasta otra. Sean felices.

    Gracias.